Salimos de Iruña rumbo a Artajona y por el camino decidimos parar a visitar el pueblo de Olcoz en el que el año 2011 restauraron la casa torre del siglo XIV, turismo de navarra. Más información en web.
Dicha localidad además de la mencionada torre tiene otros dos monumentos medievales dignos de resaltar.
De una parte la iglesia parroquial con portada del siglo XII y relacionada directamente con la cercana de Eunate. Ambas portadas están estrechamente unidas por su iconografía y son de gran belleza.
La fuente de María Pía, obra románica tardía del siglo XIII situada en la parte inferior del pueblo.
Retomamos la ruta y nos dirigimos por carretera hasta Artaxoa. Cerca del cementerio parte a nuestra derecha la pista que nos conduce hasta el aparcamiento cercano a los dólmenes de Artajona.
Los dólmenes de Artajona constituyen un singular ejemplo de la cultura megalítica en Navarra ya que, si bien son numerosos en la zona montañosa donde se caracterizan por su pequeño tamaño, estos dólmenes son los más meridionales de Navarra. Se encuentran sobre una pequeña cumbre en la que en la Edad de Bronce existió un poblado, y sus grandes proporciones, presentan bastantes similitudes con los encontrados en La Rioja, Araba/Álava y Norte de la Meseta.
Se trata de dos dólmenes del tipo "corredor" integrados por piedras de grandes dimensiones (megalitos) que fueron encontrados y excavados en los años 50. Tienen una losa de separación y doble cámara, y están situados sobre túmulos de 20 metros de diámetro por 2,5 metros de altura.
En concreto, "El Portillo de Enériz" es un megalito en el que se pueden distinguir dos partes: la cámara mortuoria, lugar donde enterraban a los muertos, que consta de 9 grandes losas colocadas en posición vertical; y el corredor, que se compone de 6 losas más pequeñas. El dolmen de la "Mina de Farangortea" tiene la misma estructura pero es de menores dimensiones, y en la parte posterior la losa del centro está perforada para permitir el acceso.
Ninguno de los dos tenía cubierta y solían taparlos con ramas y tierra. En torno a estos dólmenes se encontraron cuentas de collar, puntas de flecha, punzones de cobre, botones, cerámica y hachas, piezas que están expuestas en el Museo de Navarra.
Ruta en wikiloc
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El primer dolmen que visitamos es el del Portillo de Enériz.
El gran incendio del año 2016 llegó hasta las cercanías del dolmen y quemo gran parte de la ladera que baja hasta Enériz.
Pero la naturaleza prevalece y muestra signos de recuperación.
Caminamos por una senda que siguiendo parte del cordal nos llevará hasta unos restos que pudieran ser menhir
y luego al otro dolmen, el de la Mina de Farangortea.
Desde el mismo descendemos hacia una pista, pero en el descenso se puede visitar otro menhir.
Una vez alcanzada la pista, por nuestra derecha recorreremos los 550 metros que restan hasta el aparcamiento.
En el aparcamiento parte del grupo decide volver a Artajona a tomar un pote y el resto nos dirigimos a descubrir la senda que nos llevará hasta el castro de Dorre. Lugar poco conocido y con una muralla natural al utilizar el estrato del terreno digna de visitar.
En la parte superior nos encontramos con una gran piedra con tres agujero tallados, debajo de la cual hay un pavimento de piedra que recuerda a alguna función ritual.
Tras la misma se ven restos de las casas del poblado de la edad de hierro.
En la parte más elevada hay una zona circular con una piedra con agujero cuadrangular tallado.
Continuando por el cordal daremos con algunas piedras que recuerdan a los menhires que hemos visitado en la zona de los dólmenes por lo que no sería de extrañar que también sean menhires.
Continuamos el cordal hasta dar con la pista inicial y regresamos al aparcamiento dando por concluida esta breve pero bonita ruta.
Para comer vamos al encuentro del resto del grupo y tras alimentar nuestros cuerpos decidimos subir a visitar el cerco de Artajona. Turismo navarra:
Un paseo por su interior te descubrirá un conjunto amurallado del siglo XI que originariamente tuvo catorce torreones almenados, de los que sólo quedan nueve, unidos por el camino de ronda. Accede al recinto por cualquiera de los dos primitivos portales que se conservan, el de San Miguel y el de Remahua y retrocede en el tiempo hasta la Edad Media.
Imagina el espacio habitado por reyes, nobles a caballo, juglares, obispos y labriegos vestidos con pesados ropajes. Recrea épocas pasadas y trata de imaginar cómo se vivió en este recinto coronado por la iglesia-fortaleza de San Saturnino, un sólido e imponente edificio del siglo XIII, declarada Monumento Histórico Artístico.
En la parte más alta de Artajona se abre a la vista un impresionante lienzo salpicado de torreones almenados que se adapta al terreno dibujando un perfil arriñonado rodeado de campos. El origen de esta fabulosa fortificación, conocida como "El Cerco", se remonta al año 1085, fecha en la que se iniciaron los trabajos encargados por los canónigos de Saint Sernin, de Toulouse, obras que finalizaron en 1109. El lugar ha sido, a lo largo de los siglos, anhelado por reyes, señores y clérigos, lo que provocó numerosas luchas que hicieron necesarias varias reconstrucciones de la fortaleza, especialmente durante el reinado de Carlos II el Malo (XIV).
Tras superar las empinadas cuestas que llevan hasta la muralla, podrás acceder libremente al recinto a través de dos primitivos puentes, el de San Miguel y el de Remahua. Los robustos lienzos de sillería estaban vigilados por catorce torres, de las que se han conservado nueve de forma cúbica y almenada, unidas por la muralla del siglo XII y por un paseo de ronda.
Todo el conjunto protege a la iglesia-fortaleza de San Saturnino que, además de ejercer de campanario, supuso un importante punto de vigía. Construida en el siglo XIII sobre las ruinas de un templo románico, formó parte de la defensa del conjunto, y así lo evidencian sus robustos muros y contrafuertes, el paso de ronda sobre la bóveda de la nave que sirvió de calabozo, el pozo de agua, el uso que hicieron de la sacristía como cárcel y la torre prismática del siglo XIV utilizada como puesto de guardia en el siglo XV.
Destaca especialmente su monumental portada gótica de finales del siglo XIII; doce arquivoltas ricamente decoradas enmarcan el tímpano en el que están talladas las imágenes del martirio de San Saturnino y de la reina Juana de Navarra y su esposo Felipe el Hermoso.
Otra pieza curiosa es el aljibe medieval. Recientemente encontrado en el lado norte de la iglesia, tiene una superficie de siete por cuatro metros, así como tres metros de profundidad. Aparece cortado en su parte superior, pero se conservan las ménsulas de arranque de los arcos de las bóvedas de crucería que debió tener.
En el interior de la iglesia podrás contemplar un retablo gótico realizado entre 1505 y 1515 que alberga una talla sedente de San Saturnino, una talla gótica de la Virgen con el Niño, y un calvario de estilo gótico hispano-flamenco que se completa con pinturas y abundantes oros. Asimismo, en el ábside también podrás disfrutar de interesantes pinturas murales góticas.